Estamos viviendo momentos en los cuales por razones de fuerza mayor, vemos alterada nuestra rutina; los miedos y las angustias juegan un rol determinante en nuestro accionar. El Cordillerano dialogó con las licenciadas Carola Pechon y Clara Roqué, para brindar algunas herramientas que aporten claridad.
“Hay que partir entendiendo que esta situación del coronavirus genera un estado afectivo de base que está relacionado con el miedo, una emoción muy básica que sentimos los seres humanos y que se activa cuando percibimos una amenaza” comenzó diciendo Pechon.
Más específicamente cuando vemos amenazada nuestra vida, salud o bienestar o la de nuestros seres queridos. “No se trata de una amenaza percibida, es real y genera este estado de base, cada persona lo experimenta de forma distinta”. Se ve afectado nuestro bienestar porque se sabe que esta situación que estamos viviendo va a tener además un impacto en la economía de muchas personas.
“Esto puede llevar a tener manifestaciones diversas, alteraciones del sueño, sensaciones distintas en el aparato digestivo con mayor o menor apetito de lo cotidiano, podemos sentir el cuerpo un poco más tenso y contracturado y tener un estado de agotamiento físico”, detalló.
La forma efectiva de afrontar esta situación es el aislamiento, Roqué habló al respecto de esta situación, “hay que considerar que este es un pedido de cambio de conducta radical, que se nos imponen de un día para el otro. Una cosa es el estado de base, de miedo real que estamos viviendo y otra cosa son las emociones que transcurren en el pasar del día asociado al aislamiento”.
Detalló que las emociones surgen en nuestro sistema nervioso por un período “duran unos minutos, entonces hay que empezar a reconocerlas, poder registrar cómo estamos para ver qué vamos a hacer en cada momento. Creemos que la variabilidad de estados va a ser el común denominador”.
“Es por eso que hay que elegir momentos en que estamos más tranquilos para hacer determinadas cosas y en cuáles si estamos más activados por ejemplo no mandar mensajes alarmantes, no sumar estrés al que tenemos al lado y esperar a que se nos pase.”
Si bien surge la idea de “aprovechar este tiempo” consideramos que esto puede transformarse en una exigencia de cumplimiento poco realista.
Algunas de las propuestas son limpiar el hogar, perfeccionar o ponerse al día en las redes sociales, trabajar sin tener que salir, “es importante entender que eso está bueno y hay gente a la que sí le funciona como estímulo pero hay personas a la que esto le pude producir un grado de exigencia que lo único que va a generar es más malestar”.
Es por ello que hay que estar muy atentos a cómo funciona cada integrante de la familia “a veces la hiper exigencia dentro de sus casas hace que estén irritables e intolerables y hay que estar atento a los cambios de humor”.
Es necesario entonces bajar el grado de exigencia “son días en los cuales no estamos en nuestras casas por elección y eso hace que no tengamos tanta energía ni claridad y la sensación quizás sea que las cosas que no hago nunca las tengo que hacer ahora y no es así”.
Roqué aclaró “si no las podés hacer cuando estás trabajando, saliendo, llevando una vida normal, viéndote con tus seres queridos ¿por qué vamos a poder ahora, que estamos en un estado de base en el cual predomina el miedo?” Por eso no se puede disfrutar este momento, “mi ser, mi sistema nervioso y mi mente están percibiendo una amenaza por eso es contradictorio decirle a nuestro cerebro que disfrute”. Atravesar estos momentos difíciles de la mejor manera posible, podría ser la única obligación o meta que nos impongamos.
Al referirse al funcionamiento de la conducta humana dijeron “a veces no hay mucho conocimiento y producir cambios en un ser humano es complejo y difícil porque son procesos que requieren una sumatoria de pasos”. La situación actual nos impone cambios y eso nos pone a todos en un grado de vulnerabilidad mayor.
Hay personas que se adaptan y responden más fácil a las pautas dadas por el gobierno y por Salud y hay otras que no, son cuestiones de temperamento.
En el caso de los adultos mayores o personas que viven solas y deben permanecer dos semanas en su hogar, las licenciadas recomiendan “el mantener conversaciones telefónicas, el hecho de llamar y hablar con alguien podría reemplazar temporalmente ese vínculo social que es muy importante”.
Dentro de este período es necesario regular el tiempo de exposición a las noticias “hay que encontrar un punto de equilibrio entre estar informado o sobre informado, si a nuestro sistema nervioso central constantemente lo estoy estimulando con noticias amenazantes crea un estado mayor de angustia”.
Para las familias que deben convivir dos semanas dieron una serie de pautas, “tener recreos del nivel de información es lo más aconsejable, la televisión o la radio prendida todo el día con noticias nos va a hacer mal, por eso se puede alternar con música o documentales de naturaleza para generar momentos anímicos más neutrales”.
La paciencia mutua es primordial “saber que son momentos difíciles para los hijos, las mamás y los papás, saber que estamos más vulnerables y poder parar a tiempo, si contestamos mal pedir perdón y si es posible, estar solos en alguna parte de la vivienda por un rato”.
Cada familia irá encontrando el modo de atravesar este tiempo de la mejor manera posible “siempre bajando la exigencia de disfrute y de productividad, entender que el estado anímico va a ser variable”.
Las licenciadas aclararon que “esta situación requiere que temporalmente cambiemos nuestro modo más habitual que es el de la autodeterminación, donde en general decido y tengo cierto control sobre mi vida, al modo de poder seguir indicaciones”.
El gobierno nacional informa de manera directa, precisa e inmediata las novedades referidas al coronavirus. Esa información cuando es dada por algunos medios de comunicación se explaya, “hay detalles que nos afectan y quizás no nos damos cuenta, la música que ponen de fondo, las caras de quienes las dicen, un montón de estímulos que aumentan el grado de estrés de quienes la reciben”.
Se viven momentos en los cuales se frenó nuestra rutina y pasó a primer plano el pensar en el otro. “Hay un concepto que nos gusta y es el de humanidad compartida, esta situación obliga a tomar conciencia de que mis acciones influyen en el otro y viceversa, que estamos absolutamente conectados, esto significa un gran aprendizaje”.
Salir del individualismo “un ejemplo son las compras del supermercado, si compro todo el jabón también me voy a ver perjudicada si mi vecina llega y no encuentra, el nivel de conciencia de saber que esa forma de pensar me termina haciendo daño”. Pensar en un ‘nosotros’ mucho más amplio que nuestra familia o grupo social, “este virus nos propone pensarnos como comunidad”.
Es importante que la conducta que vamos a tener no dependa tanto de nuestros estados de ánimo “es decir que las indicaciones debemos cumplirlas más allá de tener ánimo de salir o no”.
Otro punto a tener en cuenta es el valorar mucho el sentido del humor, “cuando estás muy estresado y te llega un video cómico, se distiende todo el cuerpo y se relaja”, siempre y cuando no esté basado en las burlas o en el género.
Es importante el rol de los psicólogos “debemos estar disponibles y ser flexibles en nuestro modo de atención, las video llamadas son un buen recurso para poder sostener las sesiones mientras no puedan ser presenciales” detallaron.
Ser tolerantes con nosotros mismos y con los demás, buscar lo que nos haga sentir bien, opciones para atravesar este tiempo “entender que los estados son transitorios y que con algunos podemos hacer algo para cambiarlos y otros no”.
Las licenciadas Pechon y Roqué son parte de un equipo de 12 profesionales llamado Tándem, un centro de asistencia y formación en psicoterapia en el cual hay psicólogos, psiquiatras y nutricionistas. Dentro de las actividades que desarrollan están los cursos de formación para profesionales de la Salud.
Iba a comenzar en abril un curso de formación en psicoterapias cognitivas contemporáneas pero lo pospusieron hasta mayo. Consiste en siete clases durante el año, el primer sábado de cada mes de 10 a 16 horas.
Está orientado tanto a profesionales de la salud, psicólogos y médicos, así como a asistentes sociales y acompañantes terapéuticos.
El contenido será mindfulness, terapia de la conducta, terapia sistémica estratégica, terapia dialéctico comportamental, trastornos de la conducta alimentaria, intervenciones para los desórdenes de ansiedad y el TOC, rol del trabajo en equipo en salud mental, cuidado del profesional, inclusión de la familia en psicoterapia y psicofarmacología para psicólogos.